Malaysia 370



El taxista que te llevará hasta el aeropuerto tocará el timbre de tu casa, eres un hombre de negocios que no puede faltar a la reunión que se llevará a cabo en unas horas en el centro financiero de Beijing, a donde te llevará en unas pocas horas el vuelo MH370 de la aerolinea Malaysia Airlines, un Boeing 777 que no tiene más de doce años en servicio, algo que lo convierte en un avión relativamente joven y que no debe dar problemas.
           
Tomarás tu maleta, te despedirás de tu esposa e hijos, les dirás que regresas en pocos días, que no va a pasar nada, abrirás la puerta, subirás al taxi que te llevará al aeropuerto que se encuentra a no más de media hora de distancia por una de las principales avenidas de la ciudad.
           
El taxi arrancará y conducirá por esa avenida, no importa el nombre, al final te llevará a tu destino; cerrarás los ojos, intentarás descansar porque esos viajes siempre te dejan exhausto. Cuando vuelvas a abrir los ojos, te encontrarás en el aeropuerto, el taxista te cobrará y tú, como te dejo dormir durante el camino, le darás una generosa propina que lo dejará feliz porque podrá comprarle a su hijo esa chucheria que tanto quiere.
           
Entrarás al aeropuerto y buscarás el mostrador con menos gente posible, falta poco tiempo para que el avión despegue y quieres llegar rápido a la sala de espera. No quieres perder el avión porque eso puede significar perder un negocio millonario.
           
Una amable mujer, de no más de treinta años de edad, te atenderá, en menos de cinco minutos tendrás tu pase de abordar y sabrás cual es la sala de espera a la que te tienes que dirigir; la denominación de esta no importa, al final no va a cambiar tu destino ni la hora de salida o llegada del avión.
           
Caminarás por el gran aeropuerto, si bien no es tan grande como uno de Estados Unidos, sí representa un reto para el no iniciado, pero como tú ya has recorrido varias veces esta pequeña ciudad, no tendrás dificultad en atravesarla hasta llegar a la sala de espera.
           
Cuando llegues verás el avión, una gran obra de la ingeniería moderna, un gran pájaro de acero con un peso aproximado de 134,800 kilógramos y una longitud de 63.7 metros. Compartirás las siguientes horas con 236 personas desconocidas; 236 personas que no volverás a ver y que no representarán un gran cambio en ti.
           
Una voz dirá que el vuelo 370 de la aerolínea Malaysia Airlines está listo para ser abordado, aquellos que viajen en primera clase podrán entrar primero. Como tú eres viajero frecuente, tienes el privilegio de acceder a primera clase de manera más económica, así que, al momento de comprar los boletos, decidiste comprarlos en ésta, aunque el asiento en el que vayas no hará más largo o corto el vuelo ni cambiará su destino.
           
Una vez que entras al gusano que conecta la terminal con el avión, sabes que no hay vuelta atrás; pero no hay problema, has hecho este vuelo en, por lo menos, diez ocasiones y nunca ha pasado nada, ni siquiera una ligera turbulencia. Esta no tiene porque ser una excepción.
           
Entrarás al avión y buscarás tu lugar, te sentarás y relajarás el cuerpo; lo que sigue no depende de ti, tú ya hiciste todo lo posible para llegar a tiempo a tu cita.
           
Los pasajeros llenarán el avión lentamente, media hora después de que te sentaste, el avión estará lleno, se cerrarán las puertas y la torre de control dará luz verde para que el avión haga reversa, llegue a la pista de despuegue y en menos de un minuto esté en el aire; todo un milagro de la ingeniería moderna.
           
Unos minutos después del despegue, el avión se estabilizará y el piloto fijará la velocidad de vuelo y, posteriormente, pondrá el piloto automático. Las asistentes de vuelo sacarán los carritos de comida y bebidas y te ofrecerán la cena, tú rechazarás, te pondrás la cobija que te proporcionaron cuando llegaste a tu asiento y cerrarás los ojos.
           
Dos horas después, justo cuando tengas el sueño más profundo, algo te despertará, escucharás gritos en un idioma que no reconocerás, escucharás gente corriendo, gritando; los demás pasajeros de primera clase no se darán cuenta, seguramente habrán tomado alguna pastilla que los dejará inconcientes durante las siguientes horas. Te asomarás por la cortina que divide primera clase y clase económica y verás a dos sujetos que han tomado el poder del avión, la gente estará aterrorizada, algunos llorarán, otros mostrarán un falso valor en su mirada.
           
Te quedarás en la comodidad de la primera clase, pensando en que seguramente es una broma barata, algún esquincle buscando generar pánico en el aire; los pilotos darán la vuelta hasta llegar al aeropuerto más cercano, o eso es lo que esperas.
           
Pronto uno de los terroristas pasará por primera clase, no volteará a verte, de cualquier manera no eres un obstáculo para que logre su cometido; llegará a la puerta que separa la cabina de pasajeros con la de los pilotos y, a pesar de que desde los atentados del once de septiembre fueron reforzadas estas puertas de forma tal que resulta prácticamente imposible tirarlas, la tira de una sola patada; los pilotos intentarán que no llegue hasta los controles del avión; sin embargo, no tendrán éxito, el secuestrador sacará un cuchillo y le cortará el cuello a los dos pilotos, matandolos en el acto.
           
El secuestrador tomará el control del avión y dirá por el altavoz qué es lo que está pasando; todos morirán, no son dignos de vivir. Escucharás unos disparos en la parte de atrás del avión y verás al otro secuestrador yendo hacía la cabina del piloto, ahora ocupada por su compañero.
           
Comenzarás a rezar, hasta unos minutos antes no creías en Dios, pensabas que era un invento de la Iglesia para controlar a las masas; sin embargo, en ese momento Dios parece la única instancia que te puede salvar, la muerte es inminente.

Entonces un rayo iluminará tus ojos y dejarás de existir.

Pero antes abrirás los ojos y te darás cuenta de que todo fue una pesadilla, continuas en el avión, todo parece normal hasta que un resplandor te dejará ciego. Una bomba acaba de estallar y tú, hecho millones de pedacitos caes en el mar de Vietnam. En ese momento dejarás de existir.


Pero antes, escucharás un golpe en la ventana del taxi; un sujeto con una pistola te obliga, junto con el chofer, a bajar del automóvil, en cuanto lo hagas, el sujeto se subirá al vehículo y acelerará, llevandose consigo tu maleta con tu pasaporte y tu visa de trabajo. Entonces te acordarás del sueño que tuviste y agradecerás que no podrás alcanzar el vuelo 370 de Malaysia Airlines.
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